ES. La Pañoleta, en Camas, sigue siendo un barrio popular de rentas bajas en el que la trama urbana es el resultado directo de la autoconstrucción de viviendas e infraviviendas en antiguas parcelas agrícolas, producto de la migración del campo a la ciudad en los años cuarenta y cincuenta durante el desarrollismo. Un proceso de ocupación apresurada atiende siempre con dificultad a cuestiones de calidad urbana y estética, por lo que el parcelario es una amalgama de edificaciones heterodoxas. En el número 40 de la calle Castilleja de la Cuesta, planeamos una nueva edificación heterodoxa, limitada únicamente por una normativa urbanística de fértil imaginación, sobre todo en su intento de homogeneizar y regular un barrio en papel tan ideal como inexistente. Pero la Pañoleta es real, y su naturaleza es agreste y rústica, y por ello nuestra propuesta es de una belleza áspera, una estructura vista de hormigón armado que deliberadamente se retranquea planta a planta para buscar aires mejores, donde la luz del valle de Guadalquivir lo inunde todo. Ciertamente hay espacio para volver a algunas ideas que merecen la pena ser exploradas. El retranqueo de la fachada nos permite revisitar la idea de decalaje y repetición. La escalera interior se conforma en una simetría longitudinal entre el retranqueo de fachada y el apilado escalonado de sus tramos, con la misma idea de traer la luz del sur tan lejos como sea posible en una parcela tan estrecha como alargada. Desde un punto de vista constructivo, la estructura vista de hormigón armado ha de ser necesariamente económica, sin menoscabo de que la construcción ofrezca condiciones óptimas pasivas de confort climático. Para ello nos proponemos repensar cuidadosamente la idea de cesura entre la estructura y la envolvente, con la certeza de que esta contingencia podrá deparar algún momento afortunado. |